miércoles, 29 de octubre de 2025

Palabras de ALFREDO LEMON en la presentación de TERRESTRE 2da Edición

 


“LA POESÍA ES UNA CELDA DE LUZ QUE NOS MUTILA”

                                    

Autor esencial de nuestra poesía contemporánea, Gustavo Tisocco nos comparte en esta instancia, la segunda edición de Terrestre*, un conjunto de poemas que dio a luz hace doce años y en los que aborda temas que lo interpelan y recorren su obra. El recuerdo de su infancia en Mocoretá, Corrientes, la cercanía con sus familiares queridos, la fugacidad de las cosas, la naturaleza y el paisaje de aquel momento se presentan y proyectan todavía porque: “En su fondo/ un niño duerme/ esa eternidad de camalote violeta…/ Le arrulla su nombre/ su nombre de río/ Mocoretá/ Mocoretá/ Mocoretá…/En su fondo/ un niño duerme”. 

De esa nostalgia reparo en un texto dedicado a su abuela Rosa en donde apunta: “Sin hablar me cuenta/ de su pueblo lejano/ de la niña que fue/ de su madre pequeña…/Ella reza y reza/ y no entiende por qué Dios/ le arrebató al hijo. /Ella enmudeció aquella mañana/ y yo aprendí a escucharla/ desde su tristeza”. Y otro más, destinado a su tío Jorge, quien lo acercó a la literatura y advirtió su temprana condición de poeta: “¿Cómo hacer ahora para buscarte/ si no hay rincones ya, / no viento ni fotos en los andamios? / ¿Cómo leerte la sangre/ si no escribes con mi mano/ y brotan en la tarde/ lágrimas que denuncian que te has ido? / ¿Cómo Jorge/ repetir tu nombre/ y saber que no vendrás, / que no acudirás a esta voz que te busca? / ¿Cómo?”. 

Hay también unos renglones delicadísimos ofrecidos a su madre, que con tono íntimo refieren: “Madre/ tú me plantaste jazmín/ y soy esta rama seca. /Me alimentaste paloma/ y no pude ser más que jaula. /Me soñaste tigre audaz/ y soy este animal herido/ que olvidó hasta su nombre. /Tú me diste el pan, /tus pechos generosos/ pero mi boca/ no pudo saciar su hambre. /Aún me amas. /Desde mis precipicios me amas, /desde mi cuerpo gris, /desde mi grito, / tú, madre, /me amas”.

 

El deseo cabalgando lo que es y lo que será

 

Desde los primeros renglones del conjunto, el creador le habla a la poesía reconociendo: “Me enseñaste las palabras/ para que derramen en mi boca/ como sandía madura/ y crecieron en ellas tempestades/ boas y gaviotas. /Me diste de tus manos/ las líneas de la suerte y fui rehén/ de tus trazos de tinta. /Crecí leyendo a Kavafis y Alejandra, / aparecieron así los techos rojos/ los viajes galácticos/ y las verdades. / Me contaste de muelles y extravíos, / de jaulas y esmeraldas, / de un espantapájaros/ de la claridad. / Me enseñaste las palabras/ que hoy escribo/ y me salvaste”. 

Asoma asimismo el tópico del amor, con sus vaivenes y sombras, encuentros y despedidas. Nítidamente describe esas vivencias en sus versos: “Amé a un hombre triste/ que encarcelaba golondrinas/ en el invierno de sus ojos. /Un hombre que escondía un país, / un continente lejano. / Le gustaba hablar de los desiertos/ de una bandera flameando ante su desamparo/ del desarraigo. / Amé a ese hombre, fruto maduro / con el que embriagaba mi calma, / laberinto en el que me extraviaba, / me descubría. / Pero su tristeza fue horizonte, / velero y perro asustado. / Ahora aquí / soy yo el que habla de desiertos/ y de desamparo”. 

Concisa y extremada, la palabra y el sentimiento se engarzan y palpitan página a página con música y pasión prolija y vívida: “Nos amábamos/ sobre las uvas caídas/ y era el vino rancio de la tarde/ conjura y pecado. / Todavía bebo el vino aquel/ pero extravío el aroma dulzón/ de tu piel sedienta. 

Imágenes y pensamientos, párrafos frescos y sensuales enuncian un lenguaje maduro y sugerente: “Después de todo me desnudo y salto el muro…”. / “Y volverá el desierto a ser mar./ Cobras y lagartijas rondarán aladas/ bajo la atmósfera azul”. 

Orfebre riguroso, Tisocco pule metáforas, talla situaciones y añoranzas de exquisita belleza: “Ya no seremos amor /ni tendrás las mejillas sonrojadas/ ni el suave temblor…/Ya no somos amor/ y duele esta certeza de olvido y silencios, /esta armadura/ el veredicto”.

 

Vigor y rigor ante lo circundante

 

Igualmente, en el devenir de lo escrito se enuncian sentencias justas,

definiciones delicadas: “Los niños de la calle huelen a jazmines.”. “La vida es una fiesta de navidad/ que dura tan poco, demasiado poco”. “Morir debe ser una proeza”. “El hombre es flor cobijando vuelos”. 

De la misma manera cabe resaltar una toma de posición respecto a lo político social circundante que se refleja en la empatía de Gustavo con los más sufrientes. “Me duelo/ entre las espinas de mi cama. /El tiempo espabila hormigas sobre las cicatrices. /Despoblado de mí/ entrego lo que queda. 

Aparecen situaciones en las que critica las injusticias históricas que atraviesa y que, como testigo cultural denuncia: “A las madres del dolor”: “Esa mujer deshabitada lleva una foto en el pecho, /un rostro, un niño gritando, /sobre su sombra herida. /Esa mujer delgadita y pequeña/ es nube tenaz sobre el desierto, / brillante luz sobre la bruma”. 

Lo dicho se corrobora ampliamente en un magnífico poema dedicado “a los niños y niñas de Siria y Palestina”: “Viven entre tanques de guerra, /cuerpos acribillados, /sangre, olor a sangre. /Matan a sus madres, a sus padres, /y a sus perros. / Ellos no saben de noches silenciosas, /de almuerzos en familia/de elecciones. / No hay flores en los campos minados, /apenas cantan los pájaros/ apenas el viento. /Nosotros observamos la tragedia, /y escribimos/ y olvidamos”. 

Talentoso, el autor maneja con pulcritud y solvencia los recursos literarios que lo respaldan. Su precisa alquimia demuestra un estilo excelso, profundo y perspicaz: “Me gusta este sentirme sal, /ínfimo cómplice del enigma”. 

Bravío en su decir rebelde, plantea: “¿Lucifer merecería el destierro? / He visto niños con hambre, / ausentes sin nombres, /elecciones crucificadas, /lenguas sedientas de fuego, /que dudo, /si el ángel descarriado, /no sería hoy /un desaparecido más/ en la lista de los treinta mil”. 

La exploración del lenguaje en varias direcciones se cumple con independencia total. Allí se juegan tanto los vocablos elegidos como los silencios que se producen, su combinación de ritmo, respiración y dicción que ofrecen equilibrio y rigor de pulimento. Porque esta escritura se encuentra alejada de la grandilocuencia y del fácil sentimentalismo. Se brinda con destreza, naturalidad y rotunda vibración: “Te perdí/ y tengo hambre/ y tengo sed, / relojes muertos/ pernoctan mi noche/ -esos que sólo sangran, que sólo duelen-. /Te perdí/ y se fue la música/ todo es apenas un rincón/ en el lugar gris en donde habito, /instante preciso en el que me flagelo. /Te perdí y no hay sombras/ acaso un mínimo hueco del insomnio, /acaso apenas una brisa en mi frente. /Te perdí y me perdí, /soy ahora estatua de sal, / anzuelo oxidado”. 

Poseedor de una gran fuerza lírica de honda raíz existencial, manifiesta: “Por surcos desiertos/ descubrimos la sed. /El agua calmará la osadía. / Aún así retornaremos /al hechizo de aquel destello/ hasta sucumbir”. 

Concluyendo, transcribo unas líneas que perfilan cierta metafísica interrogante: “Borde y abismo. / ¿Dónde estará Dios? / ¿Dónde la fruta que mordimos?”. 

Notable y sensible, como lo prueba esta muestra, se trata de una voz destacada y comprometida: “Si preguntan por mí digan siempre que defendí mis alas y mi cansancio”.


Alfredo Lemon                                                                                                                                         

                                             

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*Vela al viento. Ediciones Patagónicas, Comodoro Rivadavia. Octubre 2025

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sábado, 25 de octubre de 2025

Palabras de RUBÉN EDUARDO GÓMEZ, en la Presentación de TERRESTRE (2da Edición)

 


El próximo domingo, 26 de octubre, Vela al Viento Ediciones Patagónicas cumple 19

años. En todos estos años hemos publicado 310 títulos de todos los géneros literarios, y

en ese catálogo amoroso y plagado de orgullosos autores, está Terrestre, que hoy presentamos

en su segunda edición. No tengo dudas de que mi trabajo es fascinante, que soy

un privilegiado que durante todos estos años pude conocer obras extraordinarias antes

de que vean la luz pública, y porque pude conocer y compartir este trabajo con muchos

autores que tras su pluma y las páginas de sus creaciones, me enseñaron su personalidad

valiosísima, generosa, solidaria y talentosa, como es el caso de Gustavo Tisocco.

Gustavo nació en Mocoretá, provincia de Corrientes, un 25 de octubre, por lo que el sábado

es su cumpleaños. Es escorpiano como la editorial y como yo que cumplo el 14 de

noviembre. Ha publicado doce títulos siempre poemarios, entre los que podemos citar

“Hectáreas” publicado en Madrid, “Perla del Sur”, “Entre ventanas”, “Nueve poemas”,

“El solo”, “Boca grande” y “Terrestre” publicado en su primera edición en 2012 por

esta editorial. Su obra fue premiada y reconocida, ha sido incluida en diversas antologías

tanto en el país como en otras partes del mundo, y traducida al portugués, francés,

catalán, italiano, inglés y alemán. Asistió como invitado a encuentros nacionales y en

festivales internacionales en México, Perú y Nueva York. Lo que me exime de explicar

su valiosísima pluma y talentoso oficio, pero sí debo destacar que es el director del sitio

Mis Poetas Contemporáneos, que creó en el año 2006, y en el que comparte poemas de

otros autores lo que habla de su generosidad y solidaridad para con sus congéneres. Son

muchas veces las acciones las que nos dan la real dimensión de quién es el otro, y estas

son, a mí parecer y en un mundo en el que no sobran, hechos que deben destacarse y

apoyarse.

A partir de su invitación a participar en su sitio y de haber compartido la publicación

de Terrestre hace 13 años, nos ha unido este lazo fuerte que la poesía, la solidaridad y su

bonhomía pudieron construir y que no siempre se consigue.

Siempre encontramos experiencia, vida, sonrisas, alegría y satisfacción en los libros que

hicimos juntos, escritores y editor, siempre, y eso está muy bien, pero con Gustavo además

tenemos este afecto y cariño mutuos, aunque no hablemos todos los días, cuando

nos encontramos parece que hubiéramos charlado ayer.

En estos días leí una entrevista al poeta chileno, Raúl Zurita que decía que la poesía nos

interpela, “la poesía interpela a cada uno. También a los sobrevivientes. ¿Qué es esa cosa

tan frágil que va pasando escombro tras escombro, esa ínfima gota de luz que se filtra

entre las piedras de un edificio bombardeado? Es la poesía. Y da testimonio de lo que

es y pudo ser este mundo. ¿Qué sabemos después? Nada. Después vendrá la muerte y

tendrá tus ojos, como dice un poema de un italiano: “Entrará la muerte y tendrá tus

ojos para verse”.

Y me quedé pensando, en el medio de estos escombros en los que nos movemos todos

los días y que nos muestran un panorama más que desalentador, surcado por palabras

de odio, incomprensión, intolerancia, los discursos irrespetuosos, bajos, insultantes, y

la pertinaz ausencia de los rasgos de humanidad que nos hacen seres que merecen la

vida, ahí encajan las palabras de Zurita, ahí llegan las gotas de luz que se filtran entre

las piedras de lo que alguna vez fue una construcción en los versos de Gustavo, con esa

voluntad de construir un espejo que nos muestre en qué nos hemos convertido sin ser

cómplices de la destrucción pero sí espectadores de la decadencia.

“En la poesía el hombre se une a los fundamentos de su existencia. Ser humano es ser

una conversación” decía Heidegger. Por eso quizás es que pienso que la poesía no es un

género literario, no es literatura, sino que tal vez pueda encontrar su lugar entre la metafísica

y la ontología, mucho más cerca de la filosofía que de la literatura, más cerca del

conocimiento que de la ficción. Tal vez en el lugar de un arte que implique el asombro

por el ser y por el estar en un no-tiempo. Porque la poesía es, sin pasado ni futuro.

Dijo alguna vez Vicente Huidobro que “la poesía es revelación, es vida en esencia, es el

universo que se pone de pie”. Quizás también podríamos pensar en la poesía como un

lenguaje en el que si bien se presenta con palabras lo que se dice está más allá de lo evidente,

de lo literal, de los significados incluso. Una lengua de significantes y emociones,

lenguaje de la conmoción, de señas para el corazón y el alma.

Todo eso y más. Estoy convencido de que la poesía nos habita y está en cada paso que

damos sin brújula en el mundo, en cada segundo que no medimos, en cada suspiro que

dejamos escapar.

Todos hemos sido capaces de observar un hecho poético: un yuyo floreciendo en el

resquicio que dejan dos baldosas en la vereda, un reflejo del sol sobre la mesa pintando

brillos y formas, una sombra bailando bajo una lluvia torrencial descubriendo que es impermeable,

o un color sin descripción, sin nombre, adueñándose de la flor en invierno.

Entiendo al poeta como un traductor, un artesano del poema, porque el poema es ese artefacto

que intenta ser vehículo de la poesía, un continente para ella. Entiendo al poeta

como aquel que traduce la danza de la luz sobre el mar en una mañana que ilumina solo

las sonrisas, que describe el cauce de la lágrima que busca la comisura de la boca para

salar la herida y la voz, aquel que puede hablar de espantapájaros de la claridad y aún con

las aves en huida encontrar las palabras para salvarse, que siente los malvones cansados

en las tardes de verano recostarse sobre su regazo, aquel que conduce las imágenes de la

emoción hacia el papel, como quien arma un barquito endeble con un pedazo de diario,

para que naveguen y terminen de encontrar sentido en los ojos lectores. El poema termina

de escribirse en el otro, en quien lo recibe, en el que lo lee.

Hablar de desiertos, de desamparo, dice Gustavo. En un mundo en el que el hombre se

convence de que es más chico, que está más conectado, de que su vida es la que pasa a

través de su reloj y a la que ordena con horarios y agendas, la poesía sembrándose a cada

paso, reventando la luz en una gota que duerme sobre la hoja de un árbol cualquiera,

en la sonrisa que se derrama desde los ojos de los niños aún en Siria, aún en Palestina,

la poesía en la escarcha de dibujos caprichosos que espejan el cielo sobre un asfalto de

opaca virtud y pasado olvidable, y el calorcito del sol de esta primavera remolona en mi

patagonia que tiñe los primeros ojos de cada mañana en la que las gaviotas se suben al

viento para ir hacia una promesa, la poesía entonces en los atardeceres que sirven como

un telón para la luna que nos empequeñece, en atardeceres como este en el que cuatro

poetas reciben a Terrestre, y celebran su segunda edición, entre las primeras sombras que

anidan en las ventanas como si conformaran, todas juntas, la noche.

Así, la poesía es.

 

Rubén Eduardo Gómez (Editor de VELA AL VIENTO, EDICIONES PATAGÓNICAS)

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lunes, 11 de noviembre de 2024

Palabras de CLAUDIA TEJEDA sobre BOCA GRANDE

Gustavo abre la boca y el bosque tiembla. Quién es quién en el cuento de la Caperucita y el Lobo. Qué precio tiene el amor por hora. Quién peca por ingenuo cuando el sustento es el motivo y lo feroz es el hambre. O cuando la soledad aúlla y el deseo muestra los colmillos. Este poemario es realidad cruda, sin maquillaje. El erotismo se estrella contra el reloj y el lobo se desdibuja en la sombra de una oveja.

El libro "es un laberinto/ con candados en las salidas"

Las antítesis aumentan la tensión de la metáfora. En el juego del engaño consentido, Boca grande afila los dientes, come la fruta y escupe el corazón.

 

Claudia Tejeda

miércoles, 9 de octubre de 2024

Palabras de DANIEL CASAS SALICONE sobre Entre Ventanas

 


ENTRE VENTANAS

GUSTAVO TISOCCO

MASCARÓN DE PROA. PLEAMAR.

 

Empieza el libro con la enorme idea de que una mirada puede abrigar a un hombre que tiene frío. Sin que ese hombre, en el que están contenidos todos los humanos, se dé cuenta del abrigo que le llega desde la mirada desde una ventana, a quien no sólo no ve, sino que además ignora. La ventana personifica a quien desde ella mira, y quien desde ella mira puede trasmitir su generosidad a quien pase por la vereda o a quien descubra en otra ventana.  La ventana es la parte de adentro del encierro y la única salida del cuerpo a un exterior aparentemente vacío, a través de los ojos. El observador y el que observa, el que escribe y el que lee, dice Gustavo, relación binaria vital para la existencia de la existencia. Límite entre un afuera y un adentro posiblemente visto gracias a los padres que han enseñado el registro de los otros, reza el agradecimiento al comienzo del libro. Haber aprendido a registrar a otro sea entonces la piedra fundamental para comprender la secuencia del mundo que se abre al abrir Entre ventanas.

El encierro y la soledad funcionan como disparadores de una necesaria relación con el otro. Entre ventanas tiende puentes, se tienden puentes, se descubre, espiando, merodeando a través de los vidrios en cualquier momento de un día que se siente extensísimo.

La imagen está afuera y es menester traerla, asirla, y desmenuzarla para luego rearmarla en poema.

La estructura del edificio desde la vereda hasta la azotea es un universo replicado miles de veces, y la mirada que se hace voz se despliega en su hábitat reducido, solo y encerrado, pero que se extiende al infinito de las relaciones humanas, de cada alegría o infortunio del otro que vive, también solo y encerrado, detrás de su ventana. Tender esos puentes, pareciera, ha sido una forma de supervivencia.

La vida que se prepara en el mar salado, más arriba la selva, la marioneta que añora el viento, la sed del malvón, la lucha constante al olvido, un gato que se hace el muerto para cazar una paloma. Un simbolismo tras otro desarrolla Gustavo en cada intervención, con cada mirada sagaz. La voz del encerrado, la voz del solitario ve a una mujer que reza, ve alguien que será traicionada, ve música, ve alguien que espera, a alguien a quien le crecen alas, ve ancianos, risas y llantos, ve su reflejo, el despiadado yo que espía.  “Toda la vida ahí, toda la muerte.”

Gracias Gustavo.

 

Daniel Casas Salicone

domingo, 4 de agosto de 2024

Palabras de NANCY MONTEMURRO sobre BOCA GRANDE

 


Para verte mejor

(Reseña sobre el libro Boca Grande de Gustavo Tisocco)

Por Nancy Montemurro

 

El libro Boca Grande de Gustavo Tisocco es un libro audaz y valiente. El autor nos introduce en una temática escondida y/o negada por la moral y las buenas costumbres. Pareciera que la visión ejerce poder sobre lo que debe ser nombrado: no se ve, no se dice; y si no se dice, no existe. Este es el desafío que enfrenta Gustavo Tisocco, ya que se atreve a poner luz, como él mismo lo afirma, “a lo que existe y existirá”, aunque no quiera verse. Tisocco trabaja sobre la trama de la mirada, destejiendo los velos que ocultan la realidad.

Con poemas breves, que bien podrían semejar los pequeños pasos de quien se adentra temeroso en un bosque, nos hace entrar en los mecanismos del mercado del placer. No encontraremos en este libro golpes bajos ni efectistas. Nos hallamos ante una poética sutil que con extrema precisión muestra la fragilidad humana, común a todos y a todas.  Del mismo modo que tira de un hilo y algo queda en evidencia, también enlaza otros hilos que, lejos de mostrar lo vil, muestran la belleza del deseo humano. Por lo que su tarea es doble. Por un lado, poner a la vista lo que no se ve. Por otro, cambiar la valoración ya estipulada por una sociedad heteropatriarcal.

El bosque engendra peligros, por eso en el cuento original, la madre advierte a Caperucita tener cuidado con el lobo. Ya entonces, el lobo es una figura prefijada como peligrosa. ¿Pero lo es realmente? Al transpolar el bosque a la ciudad, la boca grande “para comerte mejor” puede ser la del Lobo, la de Caperucita y es la boca de la misma ciudad “que te devora”. En este libro, “devorar” está marcado con el sentido del peligro, pero también del anonimato, del borramiento. Podríamos decir que actúa en forma de visión. La gran ciudad te engulle, no sos nadie, sos un anónimo, y aunque seas Caperucita de noche, de día podrías ser “ese hombre invisible que nadie ve”, así como el nocturno Lobo podría aparecer entremezclado en el gran  magma urbano, ser un disfraz, un mercader de golosinas, cualquier hombre con anteojos, cualquier padre de familia.

Sin embargo, devorar también habla de goce, del aullido del Lobo, del néctar salino y espeso que tanto Bestia como Caperucita toman. De la entrega y el deleite de todos los sentidos. Olores, sabores, tersuras, caricias, el susurro al oído de cada deseo. Así, Caperucita quedará satisfecha y el peligroso Lobo, que ”vino dispuesto a matar”, puede salir domesticado. Por eso hay reglas: el amor es remplazado por el dinero. Esto es sólo una transacción donde amar no cuenta. Amar sería lo verdaderamente peligroso.

Entonces otra temática se filtra: la del valor del servicio. Ligado a la jerarquía de los barrios, a los placeres otorgados, a las horas compartidas, en definitiva, “amar a un Chico Lobo sólo insume plata”. Todo se trata de poder vivir. Buscar el placer porque se tiene sed o dar el placer porque se tiene hambre. Variables de las escalas sociales que tampoco son vistas. ¿Quién el rico, quién el pobre?

En este entrelazado de relaciones entre un hombre y otro, entre una Caperucita y un Lobo, se vuelve muy fino el hilo que separa los sentimientos. “No hagas que llore por vos / no me digas que me amás”. Tal vez no haya amor en estas transacciones, pero sí hay una mirada amorosa. El yo que transita estos poemas, ve al otro tal como es. Sabe que es Lobo y conoce los peligros (engaños, robos, promesas incumplidas). Sabe que es Lobo y conoce sus debilidades (tristezas, necesidades, sueños, añoranzas). Lo muestra con dulzura, con cuidado. El Lobo, a su vez, “tiene la capacidad de ver a hombres transparentes”. Y esa forma de encontrarse y reconocerse en lo más primordial de lo humano, es la mejor manera de verse.  Quizás este libro encierre mucho más amor del que nos imaginamos. Cuando Caperucita y Lobo saborean juntos frutillas, ambos se sacian (ya sea en su erotismo o su hambre). Luego de eso, que el mundo se derrumbe.

miércoles, 24 de julio de 2024

Palabras de ELENA GARRITANI para BOCA GRANDE

 


Juan Gelman  dijo la poesía es resistencia frente a un mundo que se vuelve cada vez más cruel, cada vez más terrible, deshumanizante, porque todo lo que pasa no está fuera de lo humano, y creo que la palabra es una forma de resistencia.... por supuesto hay muchas otras.

 Boca Grande, el último libro de poemas de Gustavo Tisocco, es un  largo poema en versos. Sostiene un argumento  conciso, original  que mantiene la    fuerza,   intensidad e interés en toda la obra.                                                              

 Esta obra poética  puede leerse de una vez, y releerse varias, para volver a disfrutarla. Y reafirma como en libros anteriores de Tisocco su arte poética: austera y necesaria.                                                                                                        

Gustavo, es entre tantas cosas pediatra,  generoso difusor cultural de poesía, hombre sensible, gay, poeta.                                                                                                          

“Pinta tu aldea y pintarás el mundo”, dicho atribuido a León Tolstoi, es el modo en que resuena para mí “Boca Grande”.  El tema es una forma original   de contar Caperucita Roja, es sencillo y puede sintetizarse brevemente, pero sería incurrir en un error. Porque no es el cuento de Caperucita Roja, va mucho más allá.                                                                                                                

Todos nos perdemos en el bosque, siempre con una herida inicial. Tanto la niña púber que  va con la merienda en una canastita, advertida por su madre que debe seguir el camino más corto, pero el deseo se interpone, el bosque es la necesidad de perseguir su deseo, de desafiar el peligro, de acallar la soledad.

 

Cito al autor

 

 “La leyenda podría ser Blanca Nieves o Cenicienta,  Caperucita/es como cenicienta/solo/que la magia se acaba/ cuando se acaba la plata/”

“Caperucita/podría ser como Blancanieves/ y despertar con un beso de amor/Pero aquí no hay príncipes/ solo hay lobos/ pero no te besan/como en los cuentos/a veces/tenemos al lado un príncipe/bien peinado/ropa impecable/auto blanco/creyente/universitario/gratuito/rutinario/aburrido./”

“Por eso/ uno termina/suplicando/  ¿Lobo estás?” 

La vida se pierde y se gana en el bosque. Queremos encontrar el amor, huir de la soledad, abrevar en la fuente del deseo, a veces sucede, pero no dura siempre. Cambiamos de ciudad, de hábitos, envejecemos. El poeta vuelve a la infancia a tomar la merienda con la abuela en su ciudad natal, donde también buscó al lobo, y perdió ilusiones.  En la gran ciudad también hay bosques. Siempre hay lobos y Caperucitas. Devorantes y devorados somos todos.

Nos preguntamos quién es Caperucita  y quién es el lobo. Acaso la/él deseante y el  deseado.  Caperucita se compromete a  pagar al lobo para que cumpla su labor profesionalmente, darle placer. Ese espejismo del amor tiene un precio, suele ser efímero y breve.                                                                         

 

Cito a Tisocco:           

 

“/Pagarle a un chico Lobo/ es barato/ si no te enamorás/ “

 

“/Nunca le pidas a un Chico Lobo que no aúlle el alarido está en él como el dolor. /A veces conseguir el pan insume tristeza/ “

 

Soy interpelada por Boca Grande, su lenguaje me lleva, me captura.                          

Sin duda  Gustavo se conoce a sí mismo y ha reflexionados sobre su vida. Mientras los hechos acontecen los desgrana, lo que hace posible un cinismo inteligente. Razón por la que puede sostener un tono primordial y propio.                                         

Este análisis es naturalmente incompleto, lo esencial es leerla, porque el  tema penetra la condición humana y el sentido de la vida, un tema universal en la literatura.

 

Elena Garritani

Para el Diario digital LA RAZÓN DE CHIVILCOY

(Gracias a Mauricio Capiello por la transacción)

Contratapa del Libro BOCA GRANDE por OSVALDO BOSSI

 


Manual de supervivencia en el bosque oscuro del deseo, donde cada poema parece decir una verdad, y al mismo tiempo contradecirla, como si no hubiera suelo posible (cielo posible) sino una serie de dichos y entredichos, de reglas firmes que, sin embargo, terminan por diluirse, dejando al descubierto algo que ya no está o que no estuvo nunca. 

A tal punto, que a veces entre Chico Lobo y Caperucita no hay diferencia. Como si fueran las caras de una misma moneda, nos preguntamos: ¿quién se devora a quién? ¿Quién es el Lobo y quién Caperucita en este Teatro de la soledad, de los cuerpos que se entrecruzan en un pacto de placer donde el amor no existe? Donde el amor, en todo caso, si alguna vez llegara, lo arruinaría todo.

Entre la celebración y la amargura, entre la magia y la cruda realidad, la belleza de los cuerpos y la caída de los cuerpos. Estos poemas hablan de lo que no se habla, y lo hacen con un lenguaje ambiguo, y a la vez preciso, y siempre lúcido, iluminando zonas que suelen estar a oscuras o mal iluminadas.

Gustavo Tisocco, en este bosque de palabras donde el deseo es Rey (o Reina) ha hecho una jugada difícil con este libro: hablar de la soledad, hablar del deseo (de la soledad que es todo deseo) como si se tratara de un cuento infantil. Un misterioso cuento infantil, donde al final todo acaba, o nadie acaba. Aunque un aullido silencioso atraviese cada uno de sus poemas.

 

Osvaldo Bossi

Palabras de SUSANA ZAZZETTI sobre BOCA GRANDE

 


Boca grande de Gustavo Tisocco

 

   un niño con ojos rodeados de silencio y vacío de amor me derrumba el alma. un pájaro en su intento de volar aún con su ala rota hace explotar mi angustia.   un libro con la boca grande donde debiera caber todo el amor y la comprensión del mundo me hace sentir mínima, pequeñísima en este deseo sin frenos de salir corriendo y abrazar el dolor ajeno que no lo es tal cuando también lo siento mío porque “para que pueda ser he de ser otro” decía Octavio paz. sí. otro. sentirte su igual  en  cada proceso humano que

corra por las vías de la igualdad.

Gustavo Tisocco ha escrito un libro con la calidad literaria que lo caracteriza, lo ha escrito con la sed, con la garganta, con los pulmones, con la respiración entrecortada  donde viven paralelos el dolor y la ternura. lo ha escrito con venas de sangre que corren por el interior de muchos como si fueran venas de agua, sabiendo que el agua no siempre es insípida e incolora. por sus grietas se cuelan   también malos vientos que destruyen lo ya construido en un batallar que mientras exista un ignorante no va a prescribir nunca.

Boca Grande representa una morada donde no debe entrar el aullido de ningún  animal porque está ocupada por una sinceridad que eleva, que tiene la profundidad del abismo sin fondo y la extensión eterna del atlántico.

Boca grande, escrito con los hilos que va tejiendo la vida, luce los ojos de la palabra que ninguna mirada puede borrar, tiene la intensidad necesaria para ser leído a campo abierto o tal vez frente al fuego pensando en que  el arco iris de la llama nos acerque al  tierno temblor que provoca cada verso.

 

Susana Zazzetti

Palabras de SYLVIA CIRILHO sobre BOCA GRANDE

 


Boca Grande, el último libro de Gustavo Tisocco. Un respirar lento y agitado que dice escribiendo en una Buenos Aires que busca o expulsa corazones. La dualidad del no amor y de la cicatriz que dejamos que sea en la piel y en los huesos. Y que es placer.

El tiempo sigue y sigo leyéndolo porque merece mi devolución personal.

No dejen de tenerlo.

Interpela, raspa.

 

Sylvia Cirilho

Palabras de ROMINA R. SILVA sobre BOCA GRANDE

 


Llegó BOCA GRANDE y no pude más que devorarlo ✨✨✨ como siempre Gustavo Tisocco nos sorprende con su desafiante poética que interpela nuestro lugar ante la soledad y el deseo. El poemario es intrépido, nos atrapa y se queda resonando, como si una y otra vez leyeramos un cuento en el bosque mental. El poder que Gustavo advierte en los vínculos de Caperucita y el Lobo hace que todo sea posible o no, todo sea negociable o no, ¿menos el amor?.

Nos queda un aullido solitario. Nos queda la poesía

Felicitaciones querido amigo admiro tu valentía !!!🙂 Siempre sos un ejemplo.

Abrazo 🌈✨🐺

 

Romina R. Silva

Palabras de MARÍA GOLD sobre BOCA GRANDE

 


BOCA GRANDE de Gustavo Tisocco un libro publicado por editorial Camalote y bellamente diseñado.

Las palabras del poemario de Gustavo

nos cazan con Z mayúscula de cazador.

Intento anticipar las acciones, pero se funden y se confunden los límites entre deseo y anhelo.

Los roles de las caperucitas y los lobos pueden intercambiarse, pero no,

pero si.

Con consentimiento.

Peligros reales.

Peligros imaginarios.

Los secretos.

Los tabúes.

Las sombras, los lados B y los bosques aparecen en cada poema.

Por eso dije tres veces valiente.

El encanto.

Los pies de un lobo que huelen a frambuesas.

Nada es lo que parece.

Pequeñas alegrías de encuentros recargados de inmensos fuegos.

Poemas llenos de  perfumes.

Reales. Artificiales.

Originales. Regalados. Comprados.

Contrastes.

En el mes del orgullo celebro este libro de mi querido Gus con todos sus gradientes. 🌈✨❤

 

María Gold

Palabras de ALEJANDRA NUÑEZ YAMIL sobre BOCA GRANDE

 


“A veces conseguir el pan insume tristeza”…

“Se paga por la mejor fruta”…

                          Gustavo Tisocco


Primero quiero decir que Gustavo es de una generosa fidelidad humana, un enorme poeta.

Este libro “Boca Grande” además de su formato tan cálido e intimista está plagado de poesía, allí donde la lengua se mueve en sus sentidos más reveladores. Entre el lobo y caperucita la mutua razón del desgarro. Existir entre abrumadoras soledades, lejos del amor, cerca del amor. Con los cuerpos poseídos entre mentiras y jugosos frutos. Los ojos cerrados a un mundo que aúlla sobre imágenes, la necedad vestida en los cuerpos, un silencio en los callejones del sexo grita la realidad. Entre tanto las palabras y su canto nos viene a despertar, a descubrir.

Osvaldo Bossi nos invita a viajar por esta poesía con sus palabras que nos seducen y nos inquietan. Mucho para decir, mucho para callar. Entretanto iremos a la manera del Divino Marqués mostrar lo que del sexo nos debilita, nos corrompe o enaltece.

¡Oh humanos con cuerpo de lobo y Caperucita!

Gracias Gustavo Tisocco, gracias poeta

 

Patricia Nuñez Yamil

Palabras de DANIEL RUIZ RUBINI sobre BOCA GRANDE

 


BOCA GRANDE de GUSTAVO TISOCCO

Si el amor está ausente, el deseo se convierte en una mercancía que se compra y se vende en los bazares de la urgencia.  La oferta y la demanda le confieren un valor. La necesidad económica parece aumentar la oferta. La soledad incrementa la demanda.

En el mercado del deseo Caperucita cae en la trampa o tiende las redes para el encuentro. El Lobo se disfraza de lo que sea para satisfacer. El amor sigue siendo el gran ausente en las vidrieras de la sed  y el hambre,

Gustavo Tisocco pone en juego a estos dos personajes (o prototipos o metáforas) en un escenario  donde cualquiera puede ser el cazador y la presa, incluso se pueden ser ambas cosas a la vez.

Sin sentimentalismos ni golpes bajos, dibuja a estos seres de una manera precisa y certera, apelando al humor y a la ironía cuando es necesario.

Un libro para leer con la boca bien abierta por si el Lobo viene a visitarnos.

 

Daniel Ruiz Rubini

sábado, 20 de julio de 2024

Palabras de ALFREDO LEMON sobre BOCA GRANDE

 


Como bien refiere Bossi "has hecho una jugada difícil con este libro: hablar de la soledad, hablar del deseo (de la soledad que es todo deseo) como si se tratara de un cuento infantil." 

Personalmente creo que todo encuentro de cuerpos entre adultos supone un acuerdo de voluntades libérrimas que transitan un siempre misterioso, peligroso y cautivante territorio o zona de anhelo o pasión.

Sobresalto o explosión de un ansia que nos empuja hacia aquello que nos falta.

Lugares donde el sueño y la pulsión erótica abren un abanico de múltiples posibilidades.

A veces gozosas, más puras o más salvajes, transitorias, duraderas, cambiantes o rápidas.

Todo ello, con más o menos, con o sin, turbulencias, equívocos, dolores, satisfacciones o desgarros, primordialmente, cuando se roza o se involucra algún sentimiento,donde no es fácil tener coincidencias.

Jean Paul Sartre señalaba que el hombre es esencialmente deseo de ser. Y que el sentido, en última instancia, es ese deseo de ser, una proyeccción.  También Gilles Deleuze hábilmente advertía: el deseo primero es mucho, después la posesión muy poco. Porque el deseo de algo nace el "doble" que de él se espera antes de concretarse y que luego satisfecho se percibe distinto, dado que aspira e inspira a la imaginación. 

Estimo que la apetencia sexual o la voluntad de placer es uno de los pilares fundamentales de nuestra condición humana, en la cual, nos sostenemos vitalmente y desde donde podemos explayarnos como seres sintientes y reconocernos en extremos increíblesy maravillosos. Pero también, que ese mismo sitio o estadio, expone nuestra vulnerabilidad más profunda. 

Concretamente y dejando de lado las especulaciones; la belleza y el buen manejo de tus palabras poéticas y tu voz vivencial madura, trasmiten y reescriben de un modo muy original y aggionado, ajustado y sorprendente, siempre comprometido y con valentía, ese cuento o fábula que supieron decirnos en aquél tiempo de niñez y que llamaron Caperucita y el Lobo. 

En cualquier caso, "El dolor es flor emergiendo del resquicio perfumando el espíritu. Es signo de haber podido volar". 

Muchas gracias por compartirnos tu vuelo sin tapujos, desplegado a diferentes y singulares interpretaciones, en cada una de las realidades y situaciones descriptas, querido GUS. 

Quizás uno de los momentos que más intensamente en secreto me sugirieron, de los tantos modos de relación que se instalan en tu poemario, fue la antológica frase que sentencia: "Hay hombres que tienen tristezas escondidas y las disfrazan de Lobo" 

Con mis casi 65 años puedo decir agradecido: gloriosos cuerpos sometidos al amor y al desamparo...golpearon mi corazón como vivas campanas...ahora sólo perduran como destellos, frágiles esplenderos de un hoy casi inmóvil en el fondo de mi alma... 

Felicitaciones y más bendiciones para tu obra, valioso amigo.

sin dudas que este último poemario emocionante reafirma en plenitud tu trabajo creativo, tu destacada presencia en el ámbito de nuestras letras.

 

Quiero marcar asimismo lo atinado del arte de Damián Rucci.

Y también felicitar a Proyecto Camalote y lo impecable en la manera de distribución y envío a Córdoba por parte de Fernando. 


Alfredo Lemon

miércoles, 27 de marzo de 2024

Palabras de IVANA SZAC sobre ENTRE VENTANAS

 

 

    El libro Entre ventanas de Gustavo Tisocco, tiene  en la  tapa, la imagen de una pared amarilla con tonalidades azules y en un rincón una silla roja. Eso que vemos puede inspirarnos calma,   luminosidad, soledad o lo que cada uno pueda percibir. A partir de esa bella pintura, el poeta nos adentra a un ambiente  cotidiano, al hogar donde se vivencian momentos que quizás conocemos, naturalizamos o desconocemos por completo.

    Los textos de este poemario son breves y precisos, “siete niños / siete hijos varones. La madre amamanta al lobo”.  Esos versos describen una  situación puntual, que seguramente conmueve a cualquier lector. Son versos que movilizan hasta lo más profundo.

 Sabemos que el  poeta es un gran observador y  en muchas ocasiones, hace foco en lo que le interesa,  “en el afuera”,  descubriendo así  distintas realidades. Las ventanas, ( las protagonistas de este poemario) le permiten llegar lejos, llegar a otras vivencias. Las ventanas funcionan como espejos de la realidad. De una persona que vive sola, que está triste, que vive con su pareja, que tiene varios hijos o mascotas.  

     Tisocco con su  delicado lenguaje nos muestra momentos que capta a través de su percepción y  sensibilidad. Celebro su escritura.

“En esa ventana, en ese balcón, un canario,  un cactus, un potus y un gato.  Eso es la selva para ellos, toda la selva”.  Aquí podemos observar una enumeración de elementos que para algunos podría no significará nada, sin embargo, para otros, puede serlo todo, ya que es valioso  todo lo que tiene. 

       Al seguir leyendo  nos encontramos  con momentos difíciles de atravesar que pueden marcar la vida de alguien, en especial de un niño. Gustavo escribe “Una niña vomita, se lastima./ Sería tan bueno/ que su madre la vea/ de verdad/ la vea”. En estos versos el efecto de la repetición le da un excelente remate al poema. Nos indica cómo esa madre no le presta atención a su hija y eso provoca una gran desolación.

   Quizás estos poemas se pueden relacionar  con la época de la pandemia, con  estar varias horas adentro de una casa  y  mirar qué sucede afuera o simplemente nació de una necesidad de “mirar” y expresar, esas distintas realidades que se veían a través de las ventanas, en otros edificios. Quizás pocos se detuvieron a pensar que el balcón se convirtió en un símbolo de gran importancia  en las grandes ciudades,  ya que nos comunica con el exterior, con los vecinos, con sentimientos que nos genera el cielo o una pequeña brisa. A través de un balcón se transmen sonrisas, gestos, saludos o gritos.

 “En esa ventana/ a veces da el sol/ lástima las cortinas y las rejas” , quiero destacar la sutileza del poeta que sin decirlo  transmite un sentimiento tan fuerte como lo es el encierro.

    Disfruté mucho  leyendo este poemario, me sorprendió gratamente y me parecieron  maravillosos los poemas breves que abordan temas fuertes como: la naturaleza,  la violencia, el amor, la niñez,  la traición y la soledad. Celebro con alegría la publicación de este libro de la mano de Mascarón de Proa. Lo recomiendo fervientemente y  le deseo buenos augurios para que siga transitando y llegue  a muchos lectores.

 

Ivana Szac

2023

miércoles, 13 de diciembre de 2023

Palabras de LILIANA CORREDERA sobre REINA

 


REINA

Gustavo Tisocco

Summa Poética – Vinciguerra, 2023

 

Este poemario, desde su comienzo, avanza con una lírica que da visibilidad, reconocimiento e identidad a un sujeto poético que declara,  Como mi madre/ yo también nací reina/ enjaulado en este cuerpo esclavo y sediento/ prisionero de un designio/ en el que no me reconozco.

Entonces el texto se vuelve cómplice, se acerca humanamente al lector y  se comprende el alcance que tiene cuando expresa Soy reina/ porque elijo serlo/ y perpetúo así una especie rara para algunos/ no tanto para otros.

La escritura se torna  intimista, se evocan experiencias iniciáticas donde es el deseo el que va guiando el camino y es la seducción de la libertad y las sombras de lo prohibido.

Poesía honesta, franca, sin máscaras pero con el sello de la tristeza adherida a la piel Muchos hombres llevan mi marca/ y andan por ahí/ recordando mi canto triste.

Texto que, en su devenir, le permite al yo poético, procesar esas vivencias amargas y dulces al mismo tiempo. Aquí la palabra es un recurso que, en su capacidad de  transformación, ofrece  imágenes que transmiten una hermosa sensualidad y el intenso afecto de relaciones amorosas Me gustan los hombres tristes/ porque tienen historias.

Amar se convierte en una marca imborrable/ a fuerza de pasión y entrega/ tatuada desde el mismo miedo, la cobardía/ la resignación.

Hay dignidad en este camino,  que se recorre, a veces, con la incomodidad de la incomprensión. 


 (Liliana Corredera)