viernes, 29 de agosto de 2008

Contratapa de "Desde todos los costados" por Edna Pozzi.


Pintura de tapa: Herido -Leandro Torres-

GUSTAVO TISOCCO. MEMORIAS DEL EXILIO.

Este poemario de Gustavo Tisocco, denso, plural, irremediablemente melancólico, nos presenta a un poeta en plena posesión de los instrumentos de la magia, como si a través de las palabras, o lo que es más importante, casi sobre las palabras, madurara un idioma nuevo, recién nacido, un acorde que no puede dejar de escucharse, una geografía áspera y bella. La mirada del poeta se ha hecho profunda, lastimada, tierna y de esa forma de mirar el pasado regresa con tal ímpetu que no tarda en hacer realidad mundos paralelos, acechantes. Necesariamente entonces el poeta habla como un desterrado, asume la pérdida y construye sobre ella las infinitas complejidades del amor. Y las palabras se ordenan, despojadas de brillos estériles, para hacerse lugar entre la oscuridad y la lluvia.
Hay poemas bellísimos como el del abuelo secuestrado por piratas que acumulan tesoros, riquezas, joyas, un retrato total
del ser imprescindible y voraz que ocupó todo el espacio de la infancia. Las casas vacías de donde siempre ha huido y que guardan aun entre hilachas de olores y flores tardías, la presencia de quienes fueron densidad y hoy solo aparecen como un inventario de ruinas. La intensidad de quien está siempre en el lugar equivocado, la patria ausente y tal vez muerta, la certeza de que se construye en el viento o en las arenas. Este fluir incesante de una poesía que ronda la cotidianeidad y la transforma en un prisma de cristal, este despojo en el lenguaje para buscar los hilos de una riqueza esencial, esta situación de vísperas de la palabra, hace entroncar estos poemas con lo mejor de la obra de los neo-románticos, y en mi caso particular, le encuentro el sabor y la atmósfera tersa de SAINT JOHN PERSE.
Dice el poeta: “nosotros escribimos de vuelos y ladridos –olvidamos- que en la intemperie –la inocencia llora-.”
En suma, un libro imprescindible. Otro ariete de belleza
y valentía, en mitad de nuestra opaca sociedad.

Edna Pozzi.-