Palabras de ELENA GARRITANI para BOCA GRANDE
Juan Gelman dijo la
poesía es resistencia frente a un mundo que se vuelve cada vez más cruel, cada
vez más terrible, deshumanizante, porque todo lo que pasa no está fuera de lo
humano, y creo que la palabra es una forma de resistencia.... por supuesto hay
muchas otras.
Boca Grande, el
último libro de poemas de Gustavo Tisocco, es un largo poema en versos. Sostiene un
argumento conciso, original que mantiene la fuerza,
intensidad e interés en toda la obra.
Esta obra poética puede leerse de una vez, y releerse varias, para volver a disfrutarla. Y reafirma como en libros anteriores de Tisocco su arte poética: austera y necesaria.
Gustavo,
es entre tantas cosas pediatra, generoso
difusor cultural de poesía, hombre sensible, gay, poeta.
“Pinta tu aldea y pintarás el mundo”, dicho atribuido a León Tolstoi, es el modo en que resuena para mí “Boca Grande”. El tema es una forma original de contar Caperucita Roja, es sencillo y puede sintetizarse brevemente, pero sería incurrir en un error. Porque no es el cuento de Caperucita Roja, va mucho más allá.
Todos nos perdemos en el bosque, siempre con una herida inicial. Tanto
la niña púber que va con la merienda en
una canastita, advertida por su madre que debe seguir el camino más corto, pero
el deseo se interpone, el bosque es la necesidad de perseguir su deseo, de
desafiar el peligro, de acallar la soledad.
Cito al autor
“La leyenda podría
ser Blanca Nieves o Cenicienta,
Caperucita/es como cenicienta/solo/que la magia se acaba/ cuando se
acaba la plata/”
“Caperucita/podría ser como Blancanieves/ y despertar con un
beso de amor/Pero aquí no hay príncipes/ solo hay lobos/ pero no te besan/como
en los cuentos/a veces/tenemos al lado un príncipe/bien peinado/ropa
impecable/auto blanco/creyente/universitario/gratuito/rutinario/aburrido./”
“Por eso/ uno termina/suplicando/ ¿Lobo estás?”
La vida se pierde y se gana en el bosque. Queremos encontrar
el amor, huir de la soledad, abrevar en la fuente del deseo, a veces sucede,
pero no dura siempre. Cambiamos de ciudad, de hábitos, envejecemos. El poeta
vuelve a la infancia a tomar la merienda con la abuela en su ciudad natal,
donde también buscó al lobo, y perdió ilusiones. En la gran ciudad también hay bosques.
Siempre hay lobos y Caperucitas. Devorantes y devorados somos todos.
Nos preguntamos quién es Caperucita y quién es el lobo. Acaso la/él deseante y
el deseado. Caperucita se compromete a pagar al lobo para que cumpla su labor
profesionalmente, darle placer. Ese espejismo del amor tiene un precio, suele
ser efímero y breve.
Cito a Tisocco:
“/Pagarle a un chico Lobo/ es barato/ si no te enamorás/ “
“/Nunca le pidas a un Chico Lobo que no aúlle el alarido
está en él como el dolor. /A veces conseguir el pan insume tristeza/ “
Soy interpelada por Boca Grande, su lenguaje me lleva, me
captura.
Sin duda Gustavo se
conoce a sí mismo y ha reflexionados sobre su vida. Mientras los hechos acontecen
los desgrana, lo que hace posible un cinismo inteligente. Razón por la que
puede sostener un tono primordial y propio.
Este análisis es naturalmente incompleto, lo esencial es
leerla, porque el tema penetra la
condición humana y el sentido de la vida, un tema universal en la literatura.
Elena Garritani
Para el Diario digital LA RAZÓN DE CHIVILCOY
(Gracias a Mauricio Capiello por la transacción)