Comentario de Mirta Venezia sobre mi Libro EL SOLO
“No soy yo/el que escribe/es el viento”
dice Gustavo Tisocco casi al inicio
del poemario EL SOLO y así de entrada nomás
esta soledad es visibilizada a tal punto que el poeta no escribe, el
poeta es inmaterial está espejado en versos, es un ser etéreo. Gustavo va
eligiendo de la rosa la espina, de la pena hace su morada pero de alguna manera
sobrevuela su gaviota con la esperanza siempre puesta en la semilla; el solo es
el buscador de la semilla pequeñita azul de la poesía:
“pero apenas una semilla/tengo en mis
manos/y es toda la esperanza”.
Con su ojo de poeta lúcido él sabe de la inmensidad de la gota, del
silencio profundo en la maraña del bosque, del sudario y la cruz, de la
pérdida, de la vida que late; me imagino
al poeta hacedor de sueños, alumbrando estos versos nacidos en la más
pura intimidad, poniendo palabras al dolor
para transmutarlo en belleza, con un estilo simple, cotidiano, profundo
que se clava en el interior y no quiere salir.
El poeta mira al amor de frente y
es el amor primero el que se clava con su haz de luz y no puede compararse con
otro porque es único, cierta orfandad cala hasta los huesos y es imposible no
identificarse; nacemos y morimos solos siento, y en el medio hay un breve
trayecto que algunos vivimos con intensidad, eso me trae este libro la brevedad
del amor, de lo feroz, de lo numinoso, la brevedad del relámpago. Gustavo bucea
dentro suyo y podemos ver las mariposas celestes de las que nos habla, el
llanto reparador como una sombra fresca,
los juncos del río, el paraíso, el alabastro de la pureza, el palpitar de la
piedra y el miedo al borde del abismo.
Los poemas fluyen amparados en los recuerdos, en postalitas de la
adolescencia junto al agua, en restos diurnos
que asoman por la mañana, en la realidad que se desparrama sin pudores y
el lector se va dejando llevar por este mundo rico en vibraciones, olores,
flashes, colores, tan nutritivos que la soledad está cargada de vida (un brote de sauce entre
tanto desamparo) y dan ganas de asomarse a la vereda recién baldeada y ponerle
el pecho. Otras veces hay tanto amor diseminado que el lector no puede menos
que fluir y llorarse en intimidad, para transitar el propio dolor,
homenajearlo y luego soltarlo como
paloma. No dejes de asomarte a EL SOLO vale cada palabra, vale la alegría y la
pena !!
”A veces la soledad duele
lastima
como si un puma te arañara por dentro
un puma con hambre
enjaulado, sediento.
En otra es refugio
como si un jardín
invadiera tu sombra.”
Mirta Venezia
1 comentarios:
Mira al amor de frente el poeta, como bien dices Mirta. Y vale cada palabra, la alegría o la pena. Saludo desde Córdoba Alfredo Lemon
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